Tener un sistema integral de cardioprotección sirve para combatir daños derivados del coronavirus COVID-19

Un artículo de La Vanguardia alerta sobre que una de cada cinco personas hospitalizadas por la Covid-19 sufren daños en el corazón, según un estudio de 416 pacientes tratados en Wuhan. No todas ellas tenían enfermedades cardíacas previas. Algunas sufrirán secuelas a largo plazo.

Los daños sobre el corazón, confirmados en las últimas semanas en hospitales de todo el mundo y analizados en más de doscientos artículos científicos publicados en revistas médicas y en el servidor medRxiv , ilustran la rapidez con que está avanzando la comprensión de la Covid-19.

Si en las primeras semanas de la epidemia se descubrió que tener una enfermedad cardiovascular agrava el riesgo de sufrir complicaciones graves, ahora se sabe que las complicaciones de la Covid-19 también son causa –no sólo consecuencia– de daños cardíacos.

 “La infección [por el coronavirus SARS-CoV-2] se ha asociado a múltiples complicaciones cardiovasculares directas e indirectas, incluidas el daño agudo de miocardio, la miocarditis, arritmias y tromboembolismo venoso”, advierten cardiólogos de once instituciones científicas de EE.UU. e Italia.

Tal como destaca el artículo, “Los mecanismos por los que la enfermedad daña el corazón aún no se conocen con precisión”. Por tanto, el disponer de un desfibrilador y personal formado en su uso, nos permite afrontar cualquier daño en el corazón provocado por el COVID-19, teniendo en cuenta que algunos de los pacientes no tenían ninguna enfermedad cardíaca previa.

Ahora que el confinamiento empieza a ser más laxo y se dará una vuelta al trabajo de manera gradual, aquellos centros de trabajo con un desfibrilador están mejor preparados para hacer frente a la acción del COVID-19.

Fuente: La Vanguardia

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Un juez avala que un infarto sufrido fuera del trabajo sea considerado accidente laboral en Navarra

En cada vez más situaciones el infarto se está vinculando al trabajo y por tanto, visto como un accidente laboral, con las consecuencias económicos que ello supone debido a la pensión que recibe el trabador.

Un juez ha avalado que un infarto sufrido fuera del trabajo sea considerado como un accidente laboral. Así lo ha estimado la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia tras un recurso de apelación interpuesto por el sindicato Afapna (Asociación de Funcionarios de la Administración Pública de Navarra).

El pasado 28 de marzo el tribunal revocó una sentencia que desestimaba un recurso contra la Orden Foral 83/E/2016 de la Consejería de Presidencia, que deja ésta sin efectos y declara el derecho a percibir la pensión de jubilación por incapacidad total para la profesión habitual por accidente laboral, todo ello sin imposición de costas.

Lo que pretendía el demandante es el reconocimiento por accidente laboral y no como enfermedad común, tal y como se establece en la resolución recurrida, y sustenta la apelación.

Según la sentencia, la Sala de lo Contencioso-Administrativo aprecia “error en la valoración de la prueba por el juez a quo y error, también, en la apreciación jurídica al obviar el análisis de la presunción prevista en el artículo 156.3 de Ley General de Seguridad Social”.

El juez recoge que no se ha tenido en cuenta que “las funciones propias de su puesto de trabajo llevan aparejadas unas notables exigencias de esfuerzo físico y estrés; todo ello puesto en relación con los distintos episodios médicos.”

Además, los diagnósticos presentados por el EVI primero y el del Tribunal Médico Evaluador después, “no aprecian el nexo causal de la dolencia sufrida con el trabajo del demandante, cuando obsérvese que no consta acreditada que el actor sufriera tal dolencia en épocas anteriores al ejercicio de su profesión”.

Por todo ello, el juez contempla que “hay indicios razonables de que la dolencia se produce con ocasión del desarrollo del trabajo del demandante en la unidad que precisa mayores esfuerzos físicos”, reconociendo así la incapacidad permanente total por accidente laboral y el derecho a percibir la pensión de jubilación.

Fuente: Navarra.com

El TSJ ve accidente de trabajo una arritmia aflorada por esfuerzo laboral

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En una sentencia que puede ser pionera en España, el TSJ de Castilla y León ha reconocido como accidente de trabajo el desencadenamiento de una arritmia ventricular de un albañil –y que puso en serio peligro su vida– por el esfuerzo realizado al cargar pesadas gavetas de masa en una obra.

La enfermedad, de herencia genética, era preexistente pero totalmente desconocida por el albañil, ya que hasta la fecha de la fibrilación ventricular  no había sufrido sintomatología alguna, a pesar de que el afectado, de 45 años, era hasta entonces atleta federado y asiduo de carreras populares.

El TSJ sostiene que la arritmia afloró por el «sobre esfuerzo» que fue realizado «en tiempo y lugar de trabajo». Es decir, debe ser considerada como accidente de trabajo, y no como enfermedad bajo contingencia común como ha peleado con ahínco la mutua Fremap y la Seguridad Social para evitar asumir una pensión por una incapacidad permanente como finalmente ha ocurrido.

Los hechos sucedieron a las 16.20 horas del 20 de mayo de 2015, cuando el afectado se encontraba trabajando en Medina de Rioseco para una empresa de construcción. En el momento del ataque cardíaco se encargaba de subir a mano gavetas de masa de 35-40 kilos de peso hasta un tercer piso.

Tras realizar el esfuerzo, notó un fuerte mareo, con dolor severo en el pecho, al tiempo que sufrió un aumento alarmante de la frecuencia cardiaca. «Llegué a tener 270 latidos por minuto», recuerda el trabajador. Lo normal en un adulto en reposo son entre 80 y 100.

Ante esta situación, pidió a su compañero que acudiera en busca de ayuda médica, de forma providencial, situada enfrente de la obra. Estos servicios médicos acudieron de inmediato. Le aplicaron el protocolo de infarto y le trasladaron en ambulancia (primero convencional y luego UVI móvil) al Hospital Clínico de Valladolid, donde llegó consciente y orientado.

Llegando a La Mudarra comenzó a sufrir vómitos, y la situación se tornó crítica al entrar en parada cardiorrespiratoria. Por ello le aplicaron dos choques eléctricos con desfibrilador. Una vez en el Hospital Clínico, fue ingresado en la Unidad coronaria, donde se le practicó cateterismo cardiaco.

En la sentencia el TSJ resalta que tienen «encaje» como accidente laboral no solo aquellos supuestos en los que el accidente empeora la situación de la enfermedad preexistente y actuante, «sino también los casos en que el accidente hace aflorar patología derivada de lesiones que el trabajador tenía anteriormente sin que le hubieran provocado alteraciones relevantes».

Y precisa que la patología «no había aflorado ni tenido manifestación clínica alguna hasta el esfuerzo realizado, que actúa por ende como desencadenante más que ha influido también en la evolución de la enfermedad cardiaca y riesgo (que persiste) de aparición de arritmias malignas, nunca antes del accidente manifestadas».

Por tanto, es importante destacar que la sentencia determina que el sobreesfuerzo es desencadenante de problemas cardíacos, aún siendo una enfermedad que tuviera el trabajador sin que se hubiera manifestado antes sintomatología alguna. La sentencia afirma que el sobreesfuerzo forma parte de la evolución de la enfermedad cardíaca. Esto es importante, ya que las consecuencias son que el accidente pasa a ser contingencia profesional y ello repercute en una posible pensión por una incapacidad permanente.

Destacamos que al albañil se le aplicó en el hospital dos choques con desfibrilador, confirmando la importancia de disponer de Desfibriladores Externos en los centros de trabajo, en especial en aquellos con trabajos con sobre esfuerzos.

Un estudio del Hospital de Vall d’Hebron confirma que los días de más contaminación se producen más infartos

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La contaminación no es solo nociva para el medio ambiente, también lo es para la salud y así lo confirma un trabajo realizado por investigadores del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares en el Hospital de la Vall d’Hebron que ha sido publicado por la revista científica internacional Journal of Cardiology.

Para realizar el estudio, los expertos emplearon los datos del registro Codi IAM (Código Infarto de Miocardio), que recoge datos de los pacientes que sufren un ataque de corazón en Cataluña.

En concreto, incluyeron en el trabajo los datos de pacientes que sufrieron un infarto entre enero de 2010 y diciembre de 2011, y también cruzaron estos datos con los registros meteorológicos y de contaminación atmosférica proporcionados por el Servicio Meteorológico y el departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat durante ese mismo periodo de tiempo.

Los resultados indican que la contaminación causa un aumento de infartos de miocardio por elevación del ST, es decir, infartos con una obstrucción total de la arteria coronaria, los más graves.

Los infartos de este tipo que se producen los días de más polución presentan un mayor índice de mortalidad, sobre todo en las primeras 24 horas tras el suceso, y un mayor índice de fibrilación ventricular, un tipo de arritmia letal.

Hasta la actrualidad se habían hecho pocos estudios sobre la relación entre la contaminación atmosférica y el riesgo de infarto con obstrucción total coronaria, con resultados dispares y controvertidos. Se demuestra por primera vez que la contaminación participa en la mortalidad en las primeras 24 horas tras un infarto de este tipo y en la mayor incidencia de fibrilación ventricular.

El estudio demuestra que si se redujera en 10 mcg/m3 la concentración de PM 2,5, se podrían evitar al menos un 7,67% de las muertes que se producen en las primeras 24 horas de infarto con obstrucción coronaria en Barcelona, y que serían cinco muertes menos al año.

Las políticas medioambientales para reducir la contaminación tendrían un impacto muy positivo en la salud del corazón de los ciudadanos.

Desfibriladores externos automáticos: su importancia en el lugar de trabajo

La OSHA (Occupational Safety and Health Administration) publicó un artículo sobre la informar a los empleadores sobre el uso de desfibriladores externos automáticos (DEA).

Sesenta y un millones de estadounidenses tienen enfermedades cardiovasculares, lo que resulta en aproximadamente 1 millón de muertes por año. Un tercio de estas muertes (300,000-400,000) se deben a un paro cardíaco, la pérdida repentina e inesperada de la función cardíaca. Las tasas de supervivencia para un paro cardíaco extrahospitalario son solo del 1 al 5 por ciento. La mayoría de las veces, el paro cardíaco se debe a un latido caótico del corazón (fibrilación ventricular), que puede restablecerse a un ritmo normal si se trata oportunamente con descarga eléctrica (desfibrilación). El tratamiento de la fibrilación ventricular observada con desfibrilación inmediata puede dar como resultado una supervivencia superior al 90 por ciento. Con cada minuto de demora en la desfibrilación, casi 10 por ciento menos sobrevive, de modo que a los 10 minutos, la supervivencia es pésima. En junio de 1999, los aeropuertos O’Hare y Midway de Chicago instalaron desfibriladores externos automáticos (DEA) para responder en 1 minuto a un paro cardíaco. En los primeros 10 meses, ocurrieron 14 paros cardíacos, y 9 de las 14 víctimas (64 por ciento) sobrevivieron.

En 1999 y 2000, 815 de 6,339 (13 por ciento) muertes reportadas a OSHA en el lugar de trabajo se debieron a un paro cardíaco repentino. Los factores de trabajo que pueden agravar o contribuir a la enfermedad cardiovascular son el monóxido de carbono, el disulfuro de carbono, los hidrocarburos halogenados, el tabaquismo, el calor o el frío extremo, el estrés y el trabajo por turnos. Los riesgos eléctricos pueden producir un paro cardíaco (fibrilación ventricular). La exposición al ruido, el plomo o el arsénico puede producir presión arterial alta, lo que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca.

El DEA es liviano, funciona con baterías recargables, analiza el ritmo cardíaco y automáticamente indica cuándo se produce una descarga eléctrica. Estos desarrollos han reducido notablemente el tiempo de respuesta y han minimizado la necesidad de capacitación. En un estudio de paro cardíaco simulado, el tiempo medio para la desfibrilación fue de 67 segundos para los técnicos de servicio de emergencia entrenados, mientras que solo 90 segundos para los estudiantes de sexto grado no capacitados, lo que indica que incluso los no capacitados pueden utilizar estos dispositivos con éxito.

Reconociendo la necesidad de una respuesta más rápida, la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) ha propuesto la desfibrilación de acceso público (PAD), un programa que coloca los DEA cerca de la víctima (en lugares públicos) y utiliza personal capacitado para la desfibrilación. Específicamente, el programa debe diseñarse para reducir el tiempo hasta la desfibrilación a no más de 3-5 minutos. Usando este programa, un estudio de paro cardíaco en casinos encontró que la desfibrilación por un oficial de seguridad entrenado en los primeros 3 minutos produjo una tasa de supervivencia del 74 por ciento, mientras que la desfibrilación más de 3 minutos después del colapso tenía una tasa de supervivencia del 49 por ciento. Otro estudio que evaluó la supervivencia de los pasajeros de líneas aéreas con un paro cardíaco descubrió que el 92% respondió a la desfibrilación, mientras que el 40% sobrevivió para irse a casa.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos y la Administración de Servicios Generales publicaron las Pautas para los Programas de Desfibrilación de Acceso Público en las Instalaciones Federales luego de la aprobación de la Ley Pública 106-505 del 13 de noviembre de 2000, la Ley de Mejoramiento de la Salud Pública. La Ley autorizó la colocación de AED en edificios federales y proporcionó inmunidad de responsabilidad civil para cualquier persona que use un DEA en un edificio federal. Varios estados han adoptado legislación que permite a un lego usar un DEA y proporciona inmunidad legal para un uso adecuado.

El Colegio Americano de Medicina Ocupacional y Ambiental, la asociación profesional que representa a los médicos del trabajo, ha emitido directrices para establecer y administrar un programa de DEA en el lugar de trabajo.

Conclusiones

  • Cuanto antes se inicie la desfibrilación, más probabilidades habrá de que la víctima sobreviva.
  • El tiempo óptimo para la desfibrilación es de 3 a 5 minutos después del inicio del paro cardíaco.
  • El DEA es un método seguro, eficaz y fácil de aprender para tratar a las víctimas de un paro cardíaco.

Recomendaciones

Cerca de 400 muertes en el lugar de trabajo por paro cardíaco se informan a OSHA anualmente. Suponiendo que un tiempo promedio de desfibrilación de 5 minutos produciría una tasa de supervivencia del 40 por ciento, se podrían salvar 160 vidas por año. Los empleadores deberían considerar el uso de AED en sus sitios de trabajo para reducir el tiempo de desfibrilación con el objetivo de mejorar la supervivencia.

Fuente: osha.gov

Muerte y Parada Cardíaca en Participantes de Triatlón de los Estados Unidos, 1985 a 2016: análisis de casos

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Los informes sobre las muertes por triatlón han planteado preguntas sobre la seguridad de los atletas. La Fundación del Instituto del Corazón de Minneapolis ha recopilado datos sobre muertes y paradas cardíacas entre los participantes del triatlón. La muestra se ha centrado en participantes en carreras de triatlón de los Estados Unidos de 1985 a 2016.

Mediciones:
Los datos sobre muertes y paradas cardíacas se recopilaron a partir de fuentes tales como el Registro Nacional de Muerte Súbita en Atletas (que usa medios de prensa, búsquedas en Internet, bases de datos de archivos de LexisNexis y servicios de recortes de noticias) y registros de Triatlón de Estados Unidos (USAT).

Resultados:
Se recopilaron un total de 135 muertes súbitas, paradas cardiacas resucitadas y muertes relacionadas con traumas; la edad media de las víctimas fue de 46,7 ± 12,4 años, y el 85% eran varones. La mayoría de las muertes súbitas y los paros cardíacos ocurrieron en el segmento de natación (n = 90); los otros ocurrieron durante el ciclismo (n = 7), corriendo (n = 15), y la recuperación postcarrera (n = 8). Quince muertes relacionadas con traumas ocurrieron durante el segmento de bicicleta. La incidencia de muerte o paro cardíaco entre los participantes de la USAT (n = 4 776 443) fue de 1,74 por 100 000 (2,40 en los hombres y 0,74 en las mujeres por 100 000, P <0,001). En los hombres, el riesgo aumentó sustancialmente con la edad y fue mucho mayor para los mayores de 60 años (18,6 por 100 000 participantes). El riesgo de muerte o paro cardíaco fue similar en las carreras cortas, intermedias y largas (1,61 frente a 1,41 y frente a 1,92 por 100 000 participantes). En la autopsia, 27 de 61 fallecidos (44%) tuvieron anomalías cardiovasculares clínicamente relevantes, más frecuentemente, enfermedad aterosclerótica coronaria o cardiomiopatía.

Limitaciones:
La historia clínica previa no se conoce en la mayoría de los casos.

Conclusión:
Las muertes y los paros cardíacos durante el triatlón no son raros; la mayoría se han producido en hombres de mediana edad y mayores. La mayoría de las muertes repentinas en triatletas ocurrieron durante el segmento de natación y la enfermedad cardiovascular clínicamente silenciosa estuvo presente en una proporción inesperada de fallecidos.

fuente: annals.org

UGT hace hincapié en la siniestralidad laboral de tipo infarto

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Los sindicatos de CCOO y UGT de Madrid han denunciado hoy que la siniestralidad laboral aumentó en julio de este año en la Comunidad un 13,7 % con respecto al mismo mes de 2016, con 7.193 accidentes frente a los 6.326 de entonces.

Sin embargo, según los datos facilitados por CCOO en una nota de prensa, ha habido un descenso en los accidentes mortales, al haberse registrado cinco en el mes de julio frente a los ocho fallecidos por este motivo en el mismo periodo del año anterior.

Por otro lado, los accidentes graves han pasado de 30 a 51.

Por su parte, UGT de Madrid ha destacado en una nota de prensa «la importancia de implantar la cultura preventiva en las empresas para evitar los accidentes laborales».

El sindicato ha manifestado su preocupación por la siniestralidad relacionada con los infartos, derrames cerebrales e ictus y ha alertado de la carga de trabajo, el trabajo a turnos y el estrés laboral como posibles causas de los accidentes laborales.

«Todos estos factores están muy ligados a la coyuntura laboral que está sufriendo nuestro país y nuestra región, fruto de la reforma laboral que crea puestos de trabajo temporales, a tiempo parcial y muy precarios en general en cuanto a las condiciones de salud y seguridad en el trabajo», ha añadido.

Recordar que existe en la comunidad el  V Plan Director de Prevención de Riesgos Laborales de la Comunidad de Madrid 2017-2020 cuyo objetivo es instrumentar una política pública dirigida a elevar el nivel de protección de la seguridad y la salud en el trabajo.

En su documento destaca la Evolución de las patologías no traumáticas (PNT) y sobresfuerzos

Atendiendo a los accidentes de trabajo según su forma de producción, cabe hacer especial mención a dos tipos de accidentes. De un lado, a los accidentes derivados de PNT; esto es, por enfermedades normalmente de comienzo o recrudecimiento súbito que en su mayoría son enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, tales como infartos o derrames cerebrales. Estos accidentes tienen su importancia más por la gravedad de sus lesiones, que por el número de accidentes. En este sentido, las PNT supusieron, en 2008, el 0,13% del total de accidentes en jornada laboral, porcentaje que se ha incrementado tan solo ligeramente en años posteriores, suponiendo, en 2015, el 0,23%. Todavía menos significativos son los porcentajes relativos a las PNT en “in itinere”.

Así, en el año 2015 el 58,2% de los accidentes mortales en jornada se comunicaron como debidos a PNT, observándose porcentajes incluso superiores en años precedentes.

Según la forma de los accidentes mortales, el mayor porcentaje, 71%, se debe a “infartos, derrames cerebrales y otras patologías no traumáticas”.

En su apartado Evolución de los daños derivados de los riesgos psicosociales especifica:

Además, existen evidencias científicas suficientes que demuestran que, bajo ciertas circunstancias de duración e intensidad, el estrés puede producir trastornos de salud diversos como las enfermedades cardiovasculares – sobre todo infartos-, respiratorias, trastornos de base inmunitaria, gastrointestinales, dermatológicos, endocrinológicos, trastornos musculoesqueléticos.

En el apartado de Implantación, actividades a desarrollar, menciona a los infartos en la siniestralidad laboral:

  • También cabe subrayar el papel destacado que ocupan en este primer eje ciertas materias que, por diversos motivos, quedan a veces fuera de las políticas preventivas, tales como son la seguridad vial o las patologías no traumáticas (infartos, derrames, etc.)

Baja incidencia de muertes en maratones

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Participar en maratones se está convirtiendo cada vez más en algo habitual. El número de participantes y de carreras aumenta año tras año. La maratón es un carrera que supone esfuerzo y resistencia. De vez en cuando surge alguna noticia de un corredor muerto por infarto y las alarmas se disparan hacia la práctica de este deporte.

En la XX edición del medio maratón Ciudad de Zaragoza de este año murió un hombre de 55 años por un infarto, siendo la persona un corredor habitual. La noticia destaca que «se trata del tercer fallecido en carreras aragonesas de relevancia en cuestión de un año, después de las muertes de dos corredores en la carrera del Ebro, el 28 de febrero, y en la carrera a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer, AECC,  Sariñena-Monegros, el 17 de abril.«

El párrafo leído sin más tendría que alarmarnos, sin embargo, faltan datos. Por ejemplo, el número de participantes en cada prueba.

  • XX Media Maratón Ciudad de Zaragoza: 3.310 participantes
  • Carrera del Ebro: 2.087 participantes
  • Carrera a beneficio de la AECC: 708 participantes

Es decir, en total 6.105 participantes entre las 3 carreras que han tenido un muerto cada una. La tasa de incidencia es de 0,5 muertes por cada 1.000 participantes.

Existe un estudio RACE Paris que tiene como objetivo evaluar la incidencia y etiología de las muertes y eventos cardiovasculares mayores en las maratones.

La tasa de eventos cardiovasculares fatales oscila entre 1/200.000 hasta 1/7.500 participantes, siendo más elevada en corredores ocasionales.

El registro RACE Paris utiliza un diseño observacional prospectivo para evaluar la incidencia y etiología de las muertes de causa no traumática y eventos cardiovasculares mayores en las carreras de larga distancia realizadas en París entre los años 2006 y 2012. Se registró cualquier muerte o evento cardiovascular mayor 30 minutos antes, durante y en las 2 horas siguientes a la carrera en un total de 511.880 corredores en 25 carreras.

Se identificaron 17 eventos potencialmente mortales [3,3/100.000; IC 95% 1,8-4,9] de los cuales 9 fueron paradas cardiacas, 2 síndromes coronarios agudos sin parada cardiaca, 1 taquicardia ventricular no sincopal y 5 golpes de calor por esfuerzo. La mayoría de los eventos cardiovasculares (13/17) ocurrieron en corredores masculinos experimentados [edad media de 43±10 años]. Estos participantes tenían uno o ningún factor de riesgo cardiovascular (2 eran fumadores activos), síntomas previos de alerta atípicos (3 habían presentado disnea de esfuerzo y limitación del rendimiento) y 4 pacientes tenían ergometrías concluyentes negativas. Finalmente se registraron 2 muertes (un paciente con displasia arritmogénica del ventrículo derecho no conocida y un segundo fallecido debido a la afectación neurológica hipóxico-isquémica 19 días después de una parada cardiaca en fibrilación ventricular de etiología isquémica). Todos los supervivientes estaban libres de síntomas al mes del evento, excepto uno con daño neurológico residual.

Destaca del metaanálisis que incluye todos los estudios disponibles, que de 12.540.669 corredores, 94 (0,75/100.000) presentaron eventos potencialmente mortales de los cuales 61 murieron.

La tasa de incidencia de muerte en maratones es de 0,48 por cada 100.000 participantes. Un número insignificante en comparación con los infartos ocurridos en otros contextos, como puede ser en los domicilios.

Este estudio recoge varios aspectos de interés:

  • La incidencia de eventos mortales y potencialmente mortales en estas carreras es muy baja.
  • Los casos que presentaron un primer ritmo documentado no susceptible de choque eléctrico (asistolia o disociación electromecánica) mostraron una mayor mortalidad [OR = 29,9; IC 95% 4,0-222,5), p=0,001] comparada con los pacientes cuyo primer ritmo documentado era susceptible de choque (taquicardia ventricular y fibrilación ventricular). Como se ha visto en estudios similares, intervenciones rápidas se asocian con una supervivencia significativamente superior. Estos datos tienen implicaciones para la planificación de los servicios de salud en eventos con elevada participación de deportistas y para la promoción de la práctica deportiva en espacios cardioprotegidos. En este estudio no se utilizaron nuevas herramientas prometedoras basadas en el espectro fibrilatorio del primer registro de los pacientes en fibrilación ventricular, para relacionarlo con el pronóstico vital y neurológico a corto y medio plazo.

Fuente: partes del texto pertenecen al artículo del Dr. Manuel Marina Breysse traduciendo el estudio original: Sociedad Español de Cardiología

 

Accidentes Laborales Infarto. Distribución por Grado Lesión

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En el parte de accidente el grado de lesión de clasifica en Leve, Grave, Muy Grave y Mortal.

A continuación vamos a analizar la evolución del grado de lesión para cada categoría en estos 12 años en la gráfica 1.

Gráfico 1. Distribución de los accidentes laborales infarto según Grado de Lesión, 2003-2015. Valores absolutos

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Fuente: MEYSS y elaboración propia

Lo que llama la atención es que la mayoría de los accidentes laborales infarto son leves, aunque hay algún año que se dan más graves como en el 2003, 2009 y 2010.

Desde el 2009 la tendencia es un incremento de los leves y un descenso de los mortales y muy graves. Esto puede asociarse a la aparición de la normativa en el 2009 de uso desfibriladores fuera del ámbito sanitario y por tanto a una mayor difusión de los equipos, lo que posibilitaría una menor gravedad del accidente.

En concreto, los leves muestran un aumento del 30% del 2015 al 2003, pero desde el 2009 el incremento es del 68%.

Por el contrario, los mortales bajaron un 32% desde el 2003 al 2015. El descenso desde el 2009 es del 11%. Lo mismo ocurre con los muy graves que bajan un 60% desde el 2003 y un 40% desde el 2009.

En la gráfica 2 vemos el porcentaje de cada categoría sobre el total. Se aprecia el mismo patrón en los Leves. Su porcentaje va en aumento desde el 2009. En el 2003 el 32,1% de los accidentes laborales infarto eran leves y en el 2015 son el 49,1%, la mitad. Esto supone un incremento del 53%.

Los graves descienden en un 23%, pasando de un 38,9% en el 2003 a un 30% en el 2015.

Los muy graves pasan de un 7% en el 2003 a un 3,3% en el 2015, es decir, un 53% menos.

Y los mortales muestran una mejoría, pasando del 21,9% en el 2003 a un 17,6% en el 2015, un 20% menos. Si es cierto que desde el 2012 el porcentaje de mortales ha ido en aumento en relación al total de ALI.

Gráfico 2. Distribución de los accidentes laborales infarto según Grado de Lesión, 2003-2015. Porcentajes

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Fuente: MEYSS y elaboración propia

Descargar el estudio completo:

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Muertes por infarto en hoteles, una realidad en aumento

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Los datos recogidos de enero a noviembre del 2016 muestran un posible incremento de las muertes de infarto en hoteles en Madrid. Durante este periodo se contabilizan 50 casos, un número que casi con toda seguridad aún tiene que revisarse al alza dado que diciembre es proclive a este tipo de casos y aún queda ese mes por contabilizar. En 2014, la cifra fue aún mayor y superó los 60 casos, y en 2015 hubo 60 fallecimientos infartos en Hoteles ubicados en Madrid.

El perfil de los infartos generalmente se dan en ciudadanos que viajan solos y en un contexto laboral. Los infartos en ciudadanos que vienen de vacaciones son menos frecuentes.

La mayoría de fallecidos en hoteles madrileños por ataques al corazón no son españoles, sino extranjeros. En concreto, alrededor del 70% de los que pierden la vida por esta causa en Madrid provienen de fuera del país y están pasando unos días aquí. Se trata en su mayoría de estadounidenses e italianos, nacionalidades más propias de la capital de España, ya que en Barcelona, donde se dan entre 25 y 30 muertes al año por infarto en establecimientos hoteleros, predominan las víctimas inglesas sobre el resto de países.

En la mayor parte de los casos, los fallecidos llevaban una vida vinculada a situaciones de estrés, un fenómeno que no provoca directamente el infarto pero que sí puede desencadenarlo o precipitarlo. Extranjeros en viaje de negocios sometidos a tensiones profesionales que llegan agotados al hotel y que tenían algún tipo de predisposición conformarían por lo tanto un grupo de riesgo.

 

Fuente: artículo publicado en El Confidencial